Cristian

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domingo, 24 de septiembre de 2017

El club de las víctimas

Después de tanto tiempo por fin estoy por aquí nuevamente.

Les comparto esta reflexión.

Vivimos gran parte de nuestra existencia sintiendo que somos unas pobres víctimas.

Que fuimos abandonados, que nuestros padres no fueron buenos con nosotros, que mi jefe es una mala persona, que mis amigos no me comprenden, que la vida no es justa… y así, una queja constante.

Sin duda, este estado no hace otra cosa más que reforzar nuestro papel en esta película del terror.

Quizás, si esta solo fuera una actuación digna de un premio hasta podría ser divertida.

Desafortunadamente, no es así. Jugar este rol de víctimas eternas no es otra cosa que nuestro billete de ida sin retorno hacia una permanente frustración ,y como no, infelicidad.

Y lo que es peor, la de todos quienes nos rodean.

Porque el papel de la víctima es justamente ese. Hacer que todos sientan culpa de lo que le pasa a este buen actor.

Como dice ese famoso dicho: “Ni come ni deja comer”

La víctima necesita que le presten atención, que le resuelvan cada uno de sus problemas, que le toquen a la puerta para entregarle la esperada ayuda en la mano, que le compadezcan, que le contengan… y todo tipo de atenciones que fomenten su seudo paz momentánea.

“Como yo no soy feliz, nadie puede serlo”

Entonces, la pregunta sería:

Y cuando nos hacemos responsable de nuestra situación?

Por supuesto que la víctima no es responsable de nada.

Todo lo que le pasa es culpa del otro, del universo, del horóscopo, o seguramente del señor que vive en la otra cuadra.

Necesitamos hacernos cargo de lo que nos pasa.

Somos los únicos responsables de lo que hoy estamos viviendo.

Terminemos con esa urgente necesidad de buscar culpables.

Porque piénsalo bien.

Aún si fuera cierto. Y encontraras Al responsable. En que cambiaría tu situación actual?

Y como sabemos si ya formamos parte de esos fabulosos actores?

Simple.

Cuantas veces al día agradeces la vida que te tocó?

Despiertas contento y feliz por las mañanas?

Al final del día, regresas dichoso a casa?

Estas tres en apariencia simples preguntas nos dan algunas luces si ya somos parte de aquella película nefasta.

En esta era en la cual todo tiene que ser de forma inmediata, probablemente nunca te detengas para hacerte estas simples pero profundas preguntas.

Si eres de esas pocas personas iluminadas que viven en otra dimensión, este texto no es para ti.

Por lo contrario, si eres un ser en apariencia común y corriente, detente un instante, y piensa.

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