Respeto todas las filosofías y religiones existentes.
Es más, rescato muchas cosas de las mismas y las he tomado como parte de mi filosofía de vida.
Fui católico. Porque como dice la canción: “Me bautizaron cuando tenía 2 meses y a mí no me avisaron”
O algo así creo que va.
No soy bueno con las canciones.
Pero si practicas el saludable ejercicio de la duda, sigue leyendo.
Si por otra parte crees firmemente en tus convicciones religiosas, no sigas navegando por estas lineas.
Podría no gustarte lo que aquí comento.
Durante largos años de mi vida y como resultado de mi educación, creencias, influencias familiares y la sociedad en la que crecí, estuve convencido de la existencia de los mal llamados “Buenos y malos”.
Como si de juzgar una película se tratase, me convertí en un perfecto crítico de cine.
Juzgando cuanto veía a mi alrededor.
Lo cierto es que supe etiquetar cada situación, cada persona, cada pensamiento y hasta cada ser sin importar su procedencia.
Seguro que muchos de vosotros en esta etapa de la vida sois o fuisteis expertos críticos de cine como yo.
¿Pero por qué juzgamos?
Estamos inmersos en una sociedad en la cual nos an inculcado desde tiempos ancestrales la existencia del “Bien y el mal.”
Sin ir mas lejos, uno de los libros más venerados y leídos de la historia lo afirma (La Biblia).
“No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.”
Romanos 12:21.
La serpiente, culpable de tentar a Eva para comer la manzana prohibida, ya desde el principio de la humanidad según los cristianos, representó el “mal” en todas sus formas.
La maldad encontró en el “Diablo” A su embajador predilecto.
Por otra parte, Jesus, Uno de los hombres más amorosos de la historia, Representa para la iglesia católica la bondad en toda su expresión.
Las religiones y filosofías, son los grandes protagonistas y responsables de la herencia que arrastramos desde el comienzo de los tiempos.
nos an intimidado con las penas del “Infierno” a quienes no hagamos su voluntad, An sentenciado aquellos que no se sometieran a sus caprichos y como si fuera poco, mataron y torturaron a todo aquel que fuera considerado por ellos “indigno.”
Con esta riqueza del miedo, no resulta difícil comprender por que juzgamos e etiquetamos todo a nuestro alrededor.
Estamos convencidos que los buenos son solamente los mártires. Aquellos que dieron la vida por los demás, esos que fueron acecinados por defender una causa “Justa”.
Pareciera que mientras más sufrimiento, más bondad.
De igual manera creemos que los malos son aquellos que an cometido actos para nosotros
terribles y sin justificación.
Esos hechos que no comprende nuestra pequeña mente y de los cuales nos avergonzamos, porque según nuestros herederos, son producto del “Mal.”
Lo que no somos capaces de comprender es que para que exista el bien necesariamente tiene que existir su opuesto, y viceversa.
Menos podemos comprender que ni uno ni el otro son reales, solo existen en nuestra imaginación.
Simplemente son uno.
Para saber que es de día necesitamos del sol; así como es necesaria la luna Para saber que a llegado la noche.
No por eso el día es mejor que la noche.
Nuestra mente limitada necesita etiquetar todo para convencerse de lo buenos que somos.
Y no puede aceptar que también somos resultado en gran medida de lo que equivocadamente denominamos “Mal.”
Cuando seamos capaces de aceptarnos como los malos más grandes de la historia.
como los seres mas nobles del universo.
Cuando comprendamos que para ser uno tuvimos que ser lo otro.
Cuando logremos aceptar que no existe la dualidad en nuestras vidas. Que solo somos luz y amor.
Cuando por fin entendamos esto, podremos liberarnos del crítico de cine que todos llevamos dentro.
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