Cristian

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jueves, 30 de junio de 2016

La sopa de piedra


Quiero compartirles esta preciosa fábula que nos enseña: cuando trabajamos todos unidos por una causa en común, dejando de lado los egoísmos, hasta el más humilde de los trabajos se convierte en el más beneficioso del mundo.


“Cierto día, llegó a un pueblo un hombre pidiendo por las casas algo para comer, pero la gente le decía que no tenían nada para darle. Al ver que no conseguía su objetivo, cambió de estrategia. Llamó a la casa de una mujer para que le diese algo de comer.

“Buenas tardes, Señora. ¿Me podría dar algo para comer, por favor?”
“Lo siento, pero en este momento no tengo nada en casa”, dijo ella.
“No se preocupe – dijo amablemente el extraño -, tengo una piedra en mi mochila con la que podría hacer una sopa. Si Ud. me permitiera ponerla en una olla de agua hirviendo, yo haría la mejor sopa del mundo.
 ¿Con una piedra va a hacer Ud. una sopa? ¡Me está tomando el pelo!
 En absoluto, Señora, se lo prometo. Deme un puchero muy grande, por favor, y se lo demostraré”

La mujer buscó la olla más grande y la colocó en mitad de la plaza. El extraño preparó el fuego y colocaron la olla con agua. Cuando el agua empezó a hervir ya estaba todo el vecindario en torno a aquel extraño que, tras dejar caer la piedra en el agua, probó una cucharada exclamando:
¡Deliciosa! Lo único que necesita son unas patatas”.

Una mujer se ofreció de inmediato para traerlas de su casa. El hombre probó de nuevo la sopa, que ya sabía mucho mejor, pero echó en falta un poco de carne.
Otra mujer voluntaria corrió a su casa a buscarla. Y con el mismo entusiasmo y curiosidad se repitió la escena al pedir unas verduras y sal. Por fin pidió: “¡Platos para todo el mundo!”.

La gente fue a sus casas a buscarlos y hasta trajeron pan y frutas. Luego se sentaron todos a disfrutar de la espléndida comida, sintiéndose extrañamente felices de compartir, por primera vez, su comida.
Y aquel hombre extraño desapareció dejándoles la milagrosa piedra, que podrían usar siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo.”


Esta pequeña fábula nos recuerda la fuerza mágica que tiene el compartir. Con pequeñas contribuciones que cada uno de nosotros ponga al servicio de los demás, podemos lograr resultados simplemente impensados.

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